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Zelenski regresa sin los Tomahawk: la visita a Trump desata decepción en Kiev

Tras reunirse con Donald Trump y ante el anuncio de conversaciones conjuntas con Putin en Budapest, Ucrania no obtuvo los misiles de crucero que esperaba; analistas y la oposición advierten que EE. UU. usa las armas como palanca política.

20 de octubre de 2025

Estados Unidos

Redacción

La reciente visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a Washington terminó en decepción para buena parte del espectro político y público en Ucrania: tras reunirse con el presidente Donald Trump, Zelenski regresó sin el suministro de misiles de crucero Tomahawk que muchos en Kiev aguardaban como refuerzo clave para la defensa.


Según informaciones difundidas sobre el caso, la decisión de Washington se dio en el marco de la llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin, y del acuerdo para celebrar conversaciones en Budapest. El mandatario estadounidense habría prioritizado por ahora la vía diplomática, argumento que dejó a Ucrania sin el armamento solicitado.


La reacción en Ucrania fue inmediata y crítica. Para Volodímir Horbatsch, del Instituto Ucraniano para la Transformación de Eurasia del Norte (INET), la gestión de la delegación fue previsible —aunque necesaria—: era imprescindible dialogar con la administración estadounidense antes de la cita en Budapest. En cambio, el politólogo Vadim Denisenko interpreta la actitud de Trump como una señal dirigida a Moscú, una apuesta por inducir concesiones del Kremlin y usar la oferta de misiles como elemento de presión.


Ivan Us, del Instituto de Estudios Estratégicos en Kiev, señaló que los Tomahawk parecen convertirse en “una herramienta política y psicológica”: por esa razón, Ucrania no recibió los misiles por ahora. No obstante, Us mencionó que la delegación ucraniana logró acuerdos relativos a “otros tipos de armas e intercambio de inteligencia”, según las versiones públicas sobre las conversaciones.


En su plataforma Truth Social, Trump escribió que “dejen que ambos reclamen la victoria, que la historia decida”, y sostuvo que ambos bandos deberían poner fin a los asesinatos y alcanzar un acuerdo. Zelenski no contradijo esas palabras, aunque subrayó que “la cuestión está en manos de Putin, porque nosotros no empezamos esta guerra”, enfatizando que la iniciativa de paz depende de la voluntad rusa.


La oposición en Kiev fue más dura. Volodímir Ariev, del partido Solidaridad Europea, reprochó al gobierno ucraniano por no haber aprovechado la influencia de Trump para presionar a Rusia mediante la entrega de armas decisivas. Ariev advirtió que, incluso si se alcanzase una pausa en los combates, Ucrania debe prepararse para su propia defensa: convertir el país en “una fortaleza militar” durante cualquier interludio negociador.


La falta de Tomahawk complica el relato político en Ucrania y obliga al Ejecutivo a intensificar consultas con socios europeos y aliados para compensar el vacío. Mientras tanto, analistas y actores políticos evalúan si la estrategia estadounidense obedece a una voluntad sincera de mediar o a un intento de obtener concesiones políticas de Moscú mediante la retención del armamento.

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