La nueva estrategia de seguridad de Trump: aliados bajo presión y un mundo en vilo
La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos rompe con el orden liberal, eleva el nacionalismo económico y convierte la protección a los aliados en un servicio condicionado a pagos y contrapartidas.

9 de diciembre de 2025
Estados Unidos
Redacción
La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) presentada por el presidente Donald Trump en noviembre marca un giro de época en la política exterior de Estados Unidos. Más que un documento técnico, se trata de un manifiesto ideológicoque rompe con el consenso liberal que había guiado a Washington desde el fin de la Guerra Fría y redefine, en clave de fuerza y cálculo de poder, el papel de la superpotencia en el sistema internacional.
La Casa Blanca presume la ESN en tono triunfalista, al enmarcarla en una narrativa de “ocho conflictos resueltos en ocho meses”, desde Asia hasta Europa y Medio Oriente, como prueba de la eficacia del nuevo liderazgo estadounidense. Bajo este relato, la estrategia se presenta como la “corrección inevitable” de lo que el trumpismo considera una deriva autodestructiva de las élites de Washington.
Paz a través de la fuerza: el nuevo credo de Washington
La ESN descansa sobre tres principios centrales que, en su conjunto, rompen con el lenguaje tradicional del orden liberal:
Paz a través de la fuerza
Realismo flexible
Respeto a la soberanía
Desde esta óptica, el documento realiza un ajuste de cuentas con el pasado reciente. Acusa a las élites estadounidenses de perseguir una “dominación global permanente” imposible de sostener, mientras intentaban financiar al mismo tiempo un estado de bienestar expansivo y un aparato militar y diplomático costoso, una ecuación presentada como insostenible.
La crítica se extiende a la globalización y al modelo de libre comercio: tratados multilaterales, deslocalización industrial y apertura asimétrica de mercados que, según la ESN, vaciaron el corazón productivo de Estados Unidos, erosionaron a la clase media y minaron las bases materiales de su primacía.
En ese marco, Trump justifica sus herramientas preferidas:
Aranceles y guerra comercial
Presión extrema sobre aliados
Recentrado hemisférico en América
Reconfiguración del vínculo con Europa, China y Rusia
De los aliados “gratis” a un servicio de seguridad con factura
Uno de los cambios más profundos de la ESN es la manera en que Estados Unidos entiende su relación con los aliados. El concepto de “reparto de cargas” deja de ser una recomendación diplomática y se convierte en un mandato rígido:
Ningún aliado podrá seguir “viajando gratis” bajo el paraguas de seguridad estadounidense.
La garantía de seguridad de Estados Unidos deja de presentarse como un bien público global y se redefine como un servicio sujeto a pagos, compromisos y contrapartidas.
En Europa, se traduce en mayor presión para aumentar el gasto militar y asumir más riesgos en su vecindad.
En Asia, reconfigura el equilibrio con socios clave que, hasta ahora, se apoyaban en el paraguas estratégico de Washington frente a China y Corea del Norte.
Las instituciones multilaterales, desde esta mirada, son prescindibles: los Estados-nación vuelven a ocupar el centro del tablero y las relaciones se vuelven abiertamente transaccionales.
Seguridad nacional: la frontera entre lo interno y lo externo se diluye
La estrategia borra la línea que separaba la política doméstica de la política exterior. Asuntos que antes se veían como internos ahora se elevan a la categoría de pilares del poder nacional:
Reconversión y reindustrialización
Política energética orientada al dominio de recursos
Control de fronteras y migración
Revitalización de la base industrial de defensa
Uso del sector financiero como palanca de poder global
La ESN define cinco ejes de seguridad económica —comercio equilibrado, reindustrialización, base industrial de defensa, dominio energético y poder financiero— que se entrelazan con la agenda de seguridad de forma inseparable.
América Latina: más presión, menos margen
En el continente americano, el corolario trumpista a la Doctrina Monroe se traduce en una política más intrusiva hacia América Latina. La ESN combina tres vectores principales:
Lucha frontal contra los cárteles y el crimen organizado
Rechazo a la presencia china en infraestructuras estratégicas
Restricciones migratorias más duras
La región es vista como un espacio que debe replegarse a sus intereses inmediatos, pero sigue siendo central en las cadenas de valor, en los equilibrios militares y en la arquitectura financiera global.
América Latina aparece, así, atrapada entre la necesidad de mantener acceso al mercado y capitales estadounidenses y la presión de un Washington dispuesto a usar aranceles, sanciones y condicionalidades de seguridad como instrumentos de negociación.
Rivales a la expectativa: oportunidad y riesgo
Para los rivales estratégicos de Estados Unidos, la nueva ESN abre una ventana de oportunidad, pero también un campo de juego más volátil.
La reducción de compromisos y el cansancio estratégico de Washington pueden dejar espacios que otras potencias busquen ocupar.
La lógica de transacción caso por caso genera incertidumbre sobre la estabilidad de las reglas y de las alianzas.
El resultado es un sistema internacional donde la fuerza económica y militar pesa más que las normas, y donde los márgenes de error se vuelven más estrechos para todos.
Tres posibles rumbos para el orden global
La propia dinámica que describe la ESN empuja al sistema internacional hacia tres trayectorias posibles, no necesariamente excluyentes entre sí:
a) Reforma dolorosa del orden vigenteEstados Unidos reduce compromisos, los aliados asumen mayores responsabilidades y las instituciones se adaptan a una distribución de poder más plural, manteniendo, en alguna medida, la centralidad occidental.
b) Fragmentación en bloquesEl mundo se reorganiza en bloques económicos y tecnológicos parcialmente desconectados, con sistemas digitales incompatibles, sanciones permanentes y alianzas cruzadas en busca de autonomía estratégica.
c) Mundo de acuerdos ad hocPredominan las negociaciones bilaterales duras, con escasez de reglas claras y menor peso de los marcos colectivos. La seguridad se vuelve más costosa para todos y aumenta el riesgo de errores de cálculo.
Un Estados Unidos más Estado-nación que “líder del mundo libre”
El mensaje de fondo de la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump es contundente:Estados Unidos deja de presentarse como paladín del orden liberal global para asumirse como un Estado-nación que maximiza su ventaja relativa en un entorno competitivo y hostil.
El resto del planeta —aliados, socios y rivales— enfrenta ahora el desafío de adaptarse, resistir o acelerar su propia transformación en un sistema internacional más incierto, fragmentado y dominado por lógicas de fuerza y transacción.

