“Mejoramos nuestra capacidad nuclear, pero esperamos no tener que usarla”: Trump ante cientos de generales en Quantico
En un acto inédito, el presidente participó en una cumbre convocada por el secretario de Defensa Pete Hegseth; el encuentro, centrado en recuperar una “ética guerrera”, desató críticas por su costo, su tono político y medidas controvertidas en el Pentágono.

30 de septiembre de 2025
Estados Unidos
Redacción
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intervino el martes 30 de septiembre en una reunión extraordinaria de altos mandos militares celebrada en la base de Marine Corps en Quantico (Virginia), convocada por el secretario de Defensa Pete Hegseth. Al encuentro asistieron cientos de generales y almirantes convocados con poco aviso, lo que generó cuestionamientos sobre la logística y el costo del desplazamiento masivo de mandos.
Hegseth abrió la sesión con un discurso enfocado en lo que él denomina el “warrior ethos” (ética o espíritu del guerrero), y presentó una batería de directrices destinadas a endurecer normas de entrenamiento, apariencia y estándares físicos, al tiempo que rechazó programas de diversidad e inclusión que calificó como “políticamente correctos”. En el marco del acto, Hegseth utilizó de forma reiterada la expresión “War Department” —y la administración ya ha impulsado un decreto para usar de nuevo el nombre histórico de “Department of War” como denominación secundaria—, lo que simboliza el cambio de enfoque que promueve en la cúpula del Pentágono.
El discurso de Trump combinó elogios a las Fuerzas Armadas con frases que muchos analistas interpretaron como un marcado sesgo político. El presidente, además, hizo alusiones a la capacidad nuclear estadounidense —señalando que Estados Unidos tiene un arsenal superior y afirmando que espera no tener que utilizarlo— y lanzó advertencias dirigidas a adversarios internacionales, en un tono que varios medios calificaron de agresivo y que algunos oficiales consideraron poco propio de la tradición apolítica del mando civil sobre los militares.
Las decisiones anunciadas por Hegseth incluyen cambios en estándares físicos —con la idea de elevar pruebas al “nivel masculino” en determinados parámetros de combate— y revisiones a canales de queja y a programas de igualdad en el servicio. Sus críticas públicas a un supuesto “declive” provocado por políticas de diversidad y la remoción de diversos oficiales superiores en meses recientes han fertilizado el debate sobre la politización del alto mando militar. Analistas y algunos congresistas cuestionaron la conveniencia de forzar una reunión de esa magnitud con tan poco aviso, además del impacto presupuestario de trasladar a centenares de mandos a un mismo lugar.
El contexto internacional también marcó parte de las intervenciones. En las últimas semanas la Casa Blanca ha reforzado su presencia naval en el Caribe y evaluado opciones contra redes de narcotráfico en la región, lo que fuentes y reportes periodísticos han vinculado a tensiones con Venezuela y a operaciones marítimas en las que han participado buques y aviones. Las referencias presidenciales a capacidades estratégicas y nucleares coincidieron con esas preocupaciones y alimentaron la discusión sobre prioridades estratégicas y riesgos de escalada.
Especialistas en civil-military relations y voces de la oposición advirtieron que la concentración y el tono del evento podrían debilitar las barreras que separan lo militar de lo político en Estados Unidos. La presencia de Trump como protagonista de la cumbre —en un contexto de alta polarización interna y con próximas contiendas electorales— elevó la inquietud sobre el uso de símbolos y discursos militares con fines políticos. Además, algunos mandos reaccionaron con silencio o con aplausos contenidos, lo que mostraba una mezcla de disciplina institucional y sorpresa por la naturaleza del encuentro.
Lo anunciado en Quantico —desde reformas culturales y de estándares físicos hasta la reivindicación del nombre “Department of War” y la discursiva sobre capacidad nuclear— constituye un punto de inflexión en la conducción del Departamento de Defensa y plantea preguntas sobre cómo serán implementadas esas directrices, su compatibilidad con marcos legales y normativos, y su impacto en la moral y la cohesión de las Fuerzas Armadas en el mediano plazo.

