España atraviesa una crisis medioambiental sin precedentes, con incendios que ya han calcinado más de 100.000 hectáreas en distintas comunidades autónomas. La situación más crítica se vive en León, donde el fuego ha destruido alrededor de 38.000 hectáreas, convirtiéndose en el incendio más devastador jamás registrado en el país.

Más de 8.000 personas han sido evacuadas de unas 30 localidades, refugiándose en polideportivos y albergues de La Bañeza y Astorga. En municipios como Villamontán de la Valduerna, los vecinos describen la tragedia con frases como: “Se está quemando todo el pueblo”.

Las labores de extinción se complican por los cambios bruscos en la dirección del viento, que obligan a rediseñar continuamente las estrategias de intervención.

Emergencia nacional y respuesta internacional

La Unión Europea ha respondido enviando dos aviones cisterna Canadair, con capacidad para más de 5.500 litros cada uno, que se destinarán a las áreas prioritarias. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, explicó que el despliegue se solicitó a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil como medida preventiva, y confirmó que ya hay bomberos europeos operando en territorio español.

En Galicia, siete focos activos han arrasado más de 13.000 hectáreas, obligando a cortar varias veces la línea ferroviaria Madrid-Galicia. En Extremadura, el incendio de Jarilla avanza hacia Cabezabellosa, y en Valencia, un rayo provocó el fuego en Teresa de Cofrentes. Zamora, Asturias, Toledo y Andalucía también registran situaciones críticas, con múltiples evacuaciones, heridos y fallecidos, incluidos brigadistas.

Tensiones políticas en plena crisis

El ministro Marlaska rechazó las críticas del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, asegurando que el Gobierno actúa “desde el minuto cero” y que se han aprobado leyes clave para la prevención de incendios. Por su parte, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, lamentó que el presidente Pedro Sánchez no le haya llamado para conocer de primera mano la situación.

Con la emergencia aún activa y el clima jugando en contra, España enfrenta no solo la tarea de controlar las llamas, sino de replantear su estrategia frente a incendios cada vez más intensos y frecuentes, impulsados por el cambio climático.